Cómo me avergoncé de la nutrición, invitando a trabajar a médicos turcos a Moscú

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Otra moneda para la alcancía de observaciones sobre cuánto afectan realmente nuestras vidas las tradiciones culinarias y las adicciones.

Hace varios años, por primera vez, convencí a mis socios comerciales (médicos, especificaré) para que vinieran a Moscú por unos días y trabajaran. Dado que sus actividades están relacionadas con la realización, aunque sencilla, pero de operaciones, y bastante era imposible encontrar asistentes calificados con nosotros, luego junto con el médico todos sus equipo operativo.

Y al día siguiente, por la mañana, me di cuenta de que no basta con proporcionar a la "estrella" invitada un espacio de trabajo que satisfaga plenamente sus requisitos y condiciones de vida.

Porque los rostros de mis turcos por la mañana resultaron ser más amargos que amargos. La gente tenía hambre y, en consecuencia, estaba molesta, porque no recibían un desayuno normal y no era posible encontrar un lugar donde normalmente pudieran (en su opinión, comer).

Sí, sí, no había restaurantes y cafés con cocina turca verdaderamente auténtica (para que todo coincidiera). Y ahora no. De todos modos, los establecimientos que operan fuera del "país de origen" se guían por el gusto de quienes se sirven a diario.

Me preguntarán: ¿cuál es el problema? ¿Realmente no hay productos en las tiendas ni en los mercados? Yo respondo: hay productos y puedes comprarlos. Y, en las próximas visitas, empezamos a planificar el menú con antelación... Y no les escribo nada para decir “en Moscú, los visitantes no tienen nada para comer”, no.

Solo quiero enfatizar nuevamente cómo nos afectan los hábitos alimenticios.

Es decir, desayuno.

Para mí (y para muchos de los lectores, como ya he visto), el desayuno es papilla, yogur, un sándwich, un huevo, es decir, algo ligero, pero de sabor no demasiado brillante.

Para los turcos, ¡oooh, desayuno! Esta comida no es nada fácil. Y los productos que utilizan tradicionalmente, solo puedo admitirlo como "desayuno".

La base de un desayuno turco son muchas verduras, frescas y sabrosas. Los tomates, pepinos, aceitunas son imprescindibles. Al mismo tiempo, debe haber mucho pan, porque el acompañamiento son quesos: blanco, en escabeche, salado, con un sabor pronunciado. Y muy a menudo en la mesa del desayuno turco, pescado marinado (probablemente anchoas). Pequeño, parecido a un espadín.

Y, lo más importante, mucho de todo.

Los huevos de diferentes especies son secundarios. Pero el yogur con hierbas es casi imprescindible en el menú.

Solo después de que los turcos estén completamente renovados, se usarán pasteles dulces y té (y más de un vaso).

Soy un verdadero desayuno turco, no lo dominaré, pero si lo domino, tragaré pastillas y no me sentiré muy bien en todo el día. Y para ellos, todo lo contrario. Sin esto, ¡mañana no es un día porque pasas hambre!

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